Se marchó Robin Williams

Los Ángeles (California, EE.UU.). Hizo reír a varias generaciones con Señora 
Doubtfire, soñar con La sociedad de los poetas muertos y fue “el genio más genial” en Aladdin, pero Robin Williams siempre arrastró un aire de amargura que de Buenos días, Vietnam a En busca del destino, con la que ganó el Oscar, dibujó al payaso más triste de Hollywood.

Robin Williams fue hallado muerto ayer en su domicilio de la localidad de Tiburón, muy cerca de San Francisco, al norte de California, según un comunicado de la oficina del alguacil del condado de Marin, que investiga un posible suicidio.

Los médicos confirmaron la muerte del actor, de 63 años, poco después de llegar, y las autoridades abrieron una investigación para esclarecer las causas de su repentino fallecimiento.

Los primeros indicios apuntan a que el célebre protagonista de películas comoJumanji, o El hombre bicentenario se suicidó asfixiándose.

La última vez que se vio al actor con vida fue en su casa el domingo último, alrededor de las 22 (hora local).

Su cadáver será examinado hoy por el forense, quien también encargará las pertinentes pruebas toxicológicas.

La noticia de la muerte la confirmaron la esposa y la representante del actor. “Había estado luchando contra una depresión severa”, dijo Mara Buxbaum, su agente.

“Esta mañana (por ayer) perdí a mi esposo y a mi mejor amigo, mientras que el mundo perdió a uno de los artistas más queridos y uno de los seres humanos más hermosos”, dijo Susan Schneider, la esposa de Williams, en declaraciones difundidas por CNN.

El actor había estado en rehabilitación en julio.

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Humor a flor de piel

Nació en Chicago el 21 de julio de 1951, estudió teatro en Julliard School e inició su carrera haciendo stand up en bares. Su primer papel importante fue interpretando a Mork, un extraterrestre que visita la Tierra, para un episodio de 1974 de la serie Happy Days.

El fallecido actor Christopher Reeve contó una vez que la primera persona que lo hizo reír tras quedar parapléjico al caerse de un caballo fue Robin Williams.

Habían sido compañeros de estudios de interpretación en la Julliard School y amigos durante toda la vida. Cuando estaba todavía internado en el hospital, Williams se hizo pasar por un doctor ruso que quería practicarle una colonoscopia.

Ese era el terreno del actor: la risa para ocultar el llanto y la depresión. Williams había combinado desde muy joven un genio irresistible y una verborrea sin igual con una vida personal plagada de debilidades.

Antes de saltar a la interpretación había empezado a estudiar Ciencias Políticas, una inquietud comprometida que nunca le abandonó en sus ácidas comparecencias públicas, como cuando en el Festival de Berlín presentó The Final Cut, uno de sus filmes más oscuros, y disparó en una rueda de prensa: “No sé qué hacemos buscando armas químicas en Irak cuando sería más fácil mirar en los archivos del Pentágono”.

Una carrera brillante

Premios. Al igual que tantos hombres graciosos, tenía ambiciones serias, lo que derivó en su Oscar como un terapeuta empático en En busca del destino. También hizo llorar en Despertares, La sociedad de los poetas muertos y Más allá de los sueños. Williams ganó tres Globo de Oro por Buenos días, Vietnam, Papá por siempre y Pescador de ilusiones.

Fama. Saltó a la fama a fines de la década de 1970 como el extraterrestre en la serie televisiva Mork y Mindy. Gritón, dicharachero, maniático, parodiaba a todo el mundo desde John Wayne hasta Keith Richards, imitando a un inmigrante ruso con la misma facilidad que a una jauría de perros nazis.

Condolencias. El presidente de los Estados Unidos envió saludos a la familia de Robin Williams por su muerte.

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