ROSH HASHANÁ: la paz para el mundo, inscripto y sellado

ROSH HASHANÁ: la paz para el mundo, inscripto y sellado
ROSH HASHANÁ: la paz para el mundo, inscripto y sellado
ROSH HASHANÁ: la paz para el mundo, inscripto y sellado

Mirtha González Gutierrez (resumen comentado).- El tiempo ha sido siempre una obsesión para los seres humanos por muchas razones. Son infinitas esas razones, pero hay una fundamental y es que nuestra vida transcurre en un tiempo determinado. De ahí que también haya muchas formas de medirlo y, a través de la historia del hombre hayan existido diferentes calendarios, de manera que han celebrado y contado el tiempo de acuerdo con sus creencias, celebrando su llegada con diferentes ritos.

El corazón necesita de ritos, como dijera el principito, para reafirmar lo que considera vital, como si solo fueran importantes aquellas situaciones o actos humanos a los cuales se les invoca o festeja con la celebración de un rito.

Los calendarios de las diferentes culturas solo han tratado de acercar el año que mide a los diferentes acercamientos o relación de la Tierra con los astros principales: el Sol y la Luna. Así, las diferentes culturas han creado calendarios lunares o solares según sus creencias o religiones. Mientras que las culturas ancestrales se basaron casi todas en las fases lunares para crear sus calendarios, los actuales son solares, excepto el musulmán, en el cual perdura el antiguo calendario lunar.

El calendario más antiguo fue encontrado en un monumento mesolítico de Aberdeenshire, Escocia por arqueólogos británicos. Se cree que data de alrededor del año ocho mil a.C., y mide el tiempo a partir de las fases del Sol y de la Luna. Cuando fue encontrado desplazó a otros descubiertos en Mesopotomia que se creían más antiguos, pero databan de 5 000 años a.C. Según los científicos, esas comunidades de recolectores-cazadores necesitaban precisar con exactitud las estaciones para buscar sus alimentos teniendo en cuenta las migraciones de los animales según las estaciones. Dicho calendario parece imitar las fases de la Luna con el fin de realizar un seguimiento de los meses lunares en el transcurso de un año.

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Por su parte, el primer calendario enteramente solar fue el egipcio, del año 3 000 a.C. Data de principios del tercer milenio y estaba en pleno uso en tiempos de Shepseskak, el faraón de la dinastía IV y en el papiro Rhind es donde se menciona por vez primera el año civil egipcio como un período de 365 días. Estaba dividido en 12 meses de 30 días cada uno, organizados en tres periodos de 10 días. Al final del último mes de cada año se añadían los cinco días (epagómenos) que faltaban para completar el año solar, dedicados a varios dioses egipcios.

Nuestro actual calendario viene de Roma. Fue en «el año 45 a. C., que el emperador Julio César encargó al astrónomo alejandrino Sosígenes la elaboración de su calendario. Este fijó la duración del año en 365 días y seis horas, cálculo asombrosamente exacto dados los rudimentarios instrumentos de la época, ya que su margen de error fue sólo de 11 minutos y 9 segundos al año, es decir, menos de un segundo por día, pero con el fin de evitar complicaciones, se tomó de 365 días de duración, añadiendo diez días al año de 355 días. Censorino escribió el siguiente texto al respecto: “La confusión fue al final llevada tan lejos que C. César, el Pontifex Maximus, en su tercer consulado, con Lépido como colega, insertó entre noviembre y diciembre dos meses intercalares de 67 días, habiendo ya recibido el mes de febrero una intercalación de 23 días, e hizo así que el año completo consistiera en 445 días. Al mismo tiempo proveyó contra una repetición de errores similares al renunciar al mes intercalar, y al adaptar el año al curso solar. Para ello, a los 355 días del año previamente existente, añadió diez días, que distribuyó entre los siete meses que tenían 29 días, de tal forma que Enero, Sextilis y Diciembre recibieron dos cada uno, y los otros sólo uno; y estos días adicionales los colocó al final de cada mes, sin duda con el deseo de no mover los diversos festivales de aquellas posiciones en cada uno de los meses que durante tanto tiempo habían ocupado. Así, en el presente calendario, aunque hay siete meses de 31 días, los cuatro meses que originalmente poseían ese número aún son distinguibles al tener sus nonas en el quinto día del mes. Por último, en consideración por el cuarto de día que él consideraba que completaba el año, estableció la regla de que, al final de cada cuatro años, un único día debía ser intercalado donde el mes había sido anteriormente insertado, esto es, inmediatamente después de los Terminalia; ese día es ahora llamado el Bisextum.”. Bissextum viene de bis-sexto. El 24 de febrero era llamado por los romanos “ante diem sextum Kalendas Martias”; en los años bisiestos, el día 25 era llamado “ante diem bis sextum Kalendas Martias”, a diferencia de los años normales, cuando se le nombraba “ante diem quintum Kalendas Martias”, dando origen al término bisiesto (“bis sextum”, dos veces sexto)». (Wikipedia)

Después seguirían los problemas, al añadir Julio César un día a julio, mes de su nacimiento y Augusto hacer lo mismo con agosto. Como estos dos días se los quitaron a febrero, el día del año bisiesto se le sumó a este último.

El calendario gregoriano, adoptado por la mayoría de las naciones hoy día, fue creado por los romanos, por orden expresa del Papa Gregorio XIII en 1582 a Luis Lilio y al jesuita Christopher Clavius y para salvar los defectos del calendario juliano. Las aproximaciones del calendario gregoriano tienen un desfase de 1 día cada 3,300 años respecto al año tropical, debido a lo cual, el error o la diferencia con respecto al equinoccio de primavera es de 1 día cada 7,700 años.

No obstante, en la actualidad hay países que no se guían por este calendario, sino por otros que han sido creados por las distintas culturas. Así tenemos  una larga lista de catorce diferentes calendarios de los cuales son más conocidos el chino, el hebreo, el musulmán, el japonés, el persa y el hindú.

Algunos de los antiguos como el maya, el azteca, el celta, el egipcio, el irlandés, etc., siguen siendo citados según las celebraciones que aún se realizan, sobre todo el inicio o la terminación del año calendario.

Así tenemos que el calendario gregoriano inicia el 1 de enero porque así lo dispuso Julio César, ya que en este día asumían su cargo los funcionarios del emperador romano.

Los egipcios, primeros en utilizar el calendario solar, fijaban el inicio de su año calendario de acuerdo con el orto helíaco de Sirio. Esto quiere decir, su aparición después de estar invisible por un período. Mediada la primavera, Sirio reaparecía centelleando poco antes del amanecer en dirección este (izquierda) y en la medida que el Sol se elevaba, iba extinguiendo la luz  de la estrella. Además, la aparición de Sirio marcaba el inicio de las crecidas del Nilo.

Según la creencia casi universal, los celtas celebraban el inicio de su año lunar o Sanhaim (Samaín) en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, ya que para ellos, era primero la noche y luego el día. Festejaban el final de la cosecha y la transición de un año a otro como la apertura al otro mundo. Hace más de tres mil años que se celebra y ya hablé en este blog sobre cómo trasladaron esta celebración a Norteamérica los irlandeses que huyeron de la hambruna y crearon la fiesta de Halloween. En lengua gaélica significa fin del verano.

El origen del calendario chino es dudoso y hay fuentes que lo atribuyen al primer emperador de China, Huangdi, del siglo III a.C. mientras otras aseguran que fue la civilización Xia su creadora, mucho antes, hacia el siglo XXII a. C. No obstante, las primeras evidencias se ubican en el año 1300 a.C.

Es lunisolar, pero los meses son lunares: empiezan con la luna nueva y el día 15 es la luna llena. Como además de los doce meses lunares hay diez días se intercalan para que concurde, a lo largo del tiempo, con el calendario solar. Se compone de cinco ciclos de doce años regidos por los animales que ayudaron a Buda: Rata, Buey, Tigre, Conejo, Dragón, Serpiente, Caballo, Cabra, Mono, Gallo, Perro y Cerdo. La celebración de un nuevo año se realiza entre el 21 de enero y 21 de febrero.

El calendario hebreo es muy parecido al chino en su concepción lunisolar y muy diferente del musulmán que es lunar solamente o el gregoriano, que es solar.

Su origen es la Génesis del mundo, la cual es el 7 de octubre de 3760 a. C. por lo que el año 2022 se corresponde con el 5783 del calendario hebreo, que comenzó en el atadecer del 25 de septiembre de 2021 y culminará el 5 de octubre con el Día del Perdón. El día judío comienza con el ocaso (parecido a los celtas, que comenzaba por la noche) y termina en el ocaso siguiente.

Para los hebreos, según la Cabalá, el año nuevo simboliza el comienzo de un camino espiritual nuevo en la vida del hombre, su nacimiento espiritual. Cuando el individuo vive dentro de su rutina diaria, su vida pasa y de hecho, no tiene libre albedrio. El proceso de desarrollo de su vida está dictado completamente por los genes impresos en él y por la sociedad que lo rodea, y estos puntos marcan absolutamente los eventos de su vida. Llega el momento en el que comienza a formularse preguntas esenciales, como: ¿para qué vivo?, ¿por qué vivo?, ¿qué hay después de esta vida? Cuando estas preguntas se despiertan en él, el hombre está  ya maduro para entrar a un nuevo camino, del que podrá nacer en una realidad distinta, completa y eterna. Este es el estado espiritual que simboliza la fiesta de Rosh ha Shaná.

Rosh hashanah manzanas acarameladas-Foto: Natalia Van Doninck

La celebración comienza al anochecer de la víspera. El shofar se toca durante la plegaria matutina. El sonido de este cuerno, casi siempre de carnero, llama a los judíos a la meditación, al autoanálisis y a retomar el camino de justicia o Teshuvá. Es el primero de los días del regreso e introspección, de balance de los actos y de las acciones realizadas, de plegaria y sensibilidad especiales que terminan con el Yom Kippur o Día del Perdón. El día de año nuevo también se conoce como el Día del Toque del Shofár y como el Día del Juicio.

Con la salida de la primera estrella, y deseándose Shaná Tová (buen año) la comunidad judía celebrarán el  Rosh Hashaná (año nuevo).

«No pueden faltar manzanas y miel, que simbolizan la dulzura. La miel significa el augurio de un próximo año dulce. El pan jalá y platos sencillos elaborados con pescado o pollo con miel y una copa de vino dulce ritual es bebida. Se pone en la mesa una cabeza de pescado para ‘ser pescado y no cola’”, contó el rabino y recordó que se come también una fruta dulce de estación.

En la cena, se realiza una bendición con el vino y se moja una rodaja de manzana en miel. Para el postre, no puede faltar la torta elaborada con miel. En la Sinagoga, el sonido del shofar recuerda al que tocaban en épocas de guerra para asustar al enemigo”. “Para desearse buen año, se dice ‘shaná tová, jatimá tová’, que significa que sea inscripto y sellado». (misionesonline.net)

Pues con la llegada del año nuevo para los judíos les pido que esas manzanas con miel endulcen sus vidas, que haya paz y terminen las guerras. Y que este sea un principio jatimá tová, Inscripto y sellado, en el corazón de todos los amantes de la vida y de la paz.

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