Emma Watson: «La religión puede ser maravillosa pero también destructiva»

emma_cineBÁRBARA AYUSO (ABC).- Emma Watson respira tranquila, quizás consciente de que ya ha superado la maldición de las estrellas infantiles que desaparecen por indigestión de éxito. Aunque no haya repetido la historia de otras figuras comoMacaulay Culkin o Hayden Christensen, ella no depende de la suerte, sino de su propia voluntad y una madurez que se insiste en etiquetar como impropia de alguien que estrena el cuarto de siglo. Tras finalizar la exitosa saga de Harry Potter, Watson, que empezó a interpretar a Hermione Granger con apenas 10 años, se alejó de los focos y se refugió en los libros, graduándose en literatura inglesa en la Universidad de Brown. Quizás por eso ?y por mantenerse activa en papeles secundarios con directores como Darren Aronofsky o Sofía Coppola? hoy puede hablar de las escobas voladoras con cariño y sin rencor. «Nunca tuve miedo de encasillarme, ¡era un papel tan bueno! Me sentí muy afortunada de interpretar algo que amaba, y no me molesta nada que me sigan preguntando por él», explica la actriz, que protagoniza el nuevo film de Alejandro Amenábar, «Regresión».

La cinta, que ayer inauguró el Festival de San Sebastián, relata en formato de thriller la historia de una joven que acusa a su padre de abusos con tinte satánico, cuya investigación asumirá un policía encarnado por Ethan Hawke. «La conexión con él fue instantánea, es el tipo de persona que quieres tener cerca cuando llegas a un proyecto así», explica la actriz, revelando que durante el rodaje hubo momentos en el que el papel le «asfixiaba» debido a su oscuridad, y necesitaba hacer «cualquier otra cosa» para salir del torbellino dramático al que parece encadenada desde su metamorfosis de estrella infantil a actriz de primera línea.

«El hecho de que me ofrezcan ahora papeles más intensos que hablan de miedos tiene que ver probablemente con que las dos últimas películas de Harry Potter eran particularmente oscuras e intensas, y me han visto preparada para papeles más comprometedores», razona Watson, que, además de la película española, ultima el lanzamiento de otra cinta, «Colonia», ambientada en el golpe de estado chileno de 1973 y donde comparte protagonismo con el actor español Daniel Brühl. «Aunque siempre busco papeles que me desafíen en cualquier aspecto, tenía miedo de que estos personajes tan intensos se metieran en mi piel, así que por eso acepté también hacer algo más romántico como ?La bella y la bestia?, para aligerar un poco, porque es cierto que todo esto te acaba afectando», dice en referencia a la película que Disney estrenará el año próximo sobre el cuento clásico y de la que será protagonista.

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Cuestión de confianza

Watson confiesa que en el caso de «Regresión», aceptar el turbulento papel de Ángela fue una cuestión de confianza en el director español, a quien conocía por «Mar Adentro» y «Los otros». «Sabía que él era quien estaba a cargo de todo el proceso creativo, porque escribe, dirige y compone la banda sonora. Eso es impresionante y como actriz sabes que estás poniendo tu trabajo en alguien que lo va a esculpir hasta el final, alguien en quien puedes confiar», asegura Watson. La británica describe su personaje como alguien «multidimensional, polifacético y muy vulnerable. Es alguien que se mantiene muy contenida y eso la hace muy interesante para interpretarla porque en realidad no sabes nada de ella», explica. Además, no escatima halagos hacia el papel de Amenábar como director, especialmente por no ser uno de esos directores que entran en pánico cuando alguien hace sugerencias sobre el guión al que tratan «como si sujetaras a su bebé». «No es algo exclusivo de los directores europeos, pero sí es cierto que hacer películas a una escala menor les permite controlar todo», aduce.

Desde que en septiembre del pasado año Emma Watson pronunciara en la sede de las Naciones Unidas un discurso en favor de la igualdad de género, demandando el mismo sueldo y las mismas condiciones laborales para hombres y mujeres, la británica es mucho más consciente de la repercusión de sus palabras. «El discurso fue una colección de cosas en las que había estado pensando mucho tiempo. Nunca creí que iba a tener ese momento delante de una audiencia para decirlo. Estaba horriblemente nerviosa, muy nerviosa, mucho más que cuando ruedo una película, porque en un filme dices las frases de otro, te metes en su piel, en su ropa, aquí era yo misma. Si no hubiera estado cien por cien segura de lo que decía nunca hubiera tenido la confianza para hacerlo», recuerda. Watson era consciente de que su activismo podría concitar críticas: «Sabía que ocurriría, y que además tenía que estar preparada. Sabía que analizarían lo que decía, lo que incluía, lo que escogí decir, lo que me dejé sin decir y también la forma de decirlo. Y sabía que tendría que responder conmigo misma, no a través de un personaje», reflexiona. «Pero sí, esos ocho minutos en el pódium fueron mucho más difíciles que las películas», dice, orgullosa de que después de ese día, cuando pasea por las alfombras rojas la prensa le pregunte más por el feminismo que por la moda, de la que también es icono. «Las entrevistas han cambiado y eso me gusta. Me gusta ser identificada en ese tipo de consignas, y me gusta poder usar mi visibilidad para poder hablar de eso. Es divertido hablar también de Harry Potter, pero confieso que esto me encanta», asegura. «Sé que el privilegio de mi profesión, el enorme privilegio, es que en cierto modo la gente de tu edad se refleja en ti como si fueras un espejo, por eso me gusta utilizar mi voz para abanderar este tipo de cosas que les afectan», aclara.

Cautela con las palabras

Como resultado de todo aquello, ahora como embajadora del movimiento «HeforShe» de la organización, es cuidadosa a la hora de utilizar su altavoz y mide mucho lo que dice respecto a uno de los asuntos trascendentales de «Regresión», que bucea en el papel de la religión como refugio de ciertas oscuridades y abrigo de extremismos. «No creo que sea la persona más indicada para hablar de este tema», dice, cuando se le pregunta por el papel que juega la religión cuando se utiliza para causas equivocadas. «Creo que la religión puede ser una cosa maravillosa y poderosa,pero también destructiva y asustar. Es un tema muy difícil, pero insisto en que no es mi papel valorar todo esto», dice, prudente.

Aun así, Watson matiza que «Regresión» no debe ser tomada con fundamentalismo porque «habla de una persona concreta, en una parroquia concreta y circunstancias concretas. No quiero que la gente piense que es un ataque a la religión. Eso sería simplificar demasiado todo porque no pretendo renegar de las religiones. Soy una persona muy espiritual e interesada en estos temas, pero creo que, como ocurrió con “Noé” habrá polémica», vaticina.

Acoge todo esto como algo positivo, porque, en su opinión, «es bueno que las películas generen debate y controversia, que hagan pensar. Eso es un muy buen síntoma en una película, que haga sentir a la gente y establecer discusiones al respecto», valora. Habiendo superado una maldición, no tiene pinta de que Watson quiera colgarse otra, la del actor-pancarta. «Me he tomado mucho tiempo en pensar en esto. He estado cuatro años fuera de la actuación, estudiando, y creo que eso da cierta perspectiva sobre la industria y sobre las causas con las que te quieres comprometer y las que no. Hacía siete años que no hacía un papel protagonista. Fue necesario tomarme ese tiempo, aunque muchas veces no haya sido entendido, pero era algo necesario para mi salud mental», defiende.

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