Carlos Acosta: Cuba es una sola y la llevo dentro
No he pensado, no he pensado, he hecho todo lo que he tenido que hacer, he pasado por toda la depresión, pero siempre me he recuperado, he continuado. (Fotos Petí)

Carlos Acosta en «Con 2 que se quieran» (Entrevista)

 

 

Amaury Pérez Vidal: Estamos en Prado y Trocadero, en los  legendarios estudios de Sonido del ICAIC, en este su programa “Con 2 que se quieran”, hoy con un invitado que honra nuestro espacio, que honra nuestro sitio que honra nuestro país, uno de los más grandes bailarines que ha dado Cuba, para mí el más grande bailarín que ha dado Cuba. Bienvenido Carlos Acosta Quesada…

Tu papá era camionero, ¿cómo fue tu relación con tu padre?

Carlos Acosta: Mi relación con mi padre fue un poco traumática, en el sentido de que era una figura que inspiraba mucho respeto. Siempre fue muy duro con nosotros, muy estricto y hablaba poco. Tuve que esperar a crecer para conocer de sus orígenes, que también son los míos. Para mí y para mis hermanas nuestra niñez fue traumática.

Amaury Pérez: ¿Cuántos hermanos son ustedes?

Carlos Acosta: Por parte de padre somos 11 hermanos; por mi madre, 3. Imagínate, él era camionero. Ya tú sabes cómo es eso…

Amaury Pérez: Tú naciste un sábado 2 de junio de 1973. Se acerca inevitablemente un momento traumático en la vida de un bailarín, el retiro. No sé si lo tienes en planes. Yo te vi en Manon, en plenitud de facultades. ¿Has pensado en el retiro?

Carlos Acosta: Pienso en él todos los días. El retiro es una palabra que deberíamos comenzar a definirla. Yo no creo que un artista se retira. Uno va evolucionando, va mutando hacia otras áreas. No voy a poder seguir bailando (Ballet) Clásico eternamente. El instrumento de nosotros es el cuerpo. El (Ballet) Clásico es una técnica antianatómica, va en contra de la anatomía del cuerpo humano. Nosotros no estamos diseñados para bailar así, de esa manera. Por esa actividad, después de tantos años, uno desarrolla lesiones, traumatismos en las articulaciones… Y por otra parte, Romeo, por ejemplo, es un personaje de 16 ó 17 años; el príncipe Sigfrido, por ahí… Uno va creciendo, va madurando, va envejeciendo y alejándose de esas edades, y cuando vienes a ver, tienes un Romeo con 50 años, que no me interesa hacer. No sería creíble el personaje, porque han pasado los años, no puedes dar el brinco que todo el mundo espera. Por eso, como artista, he tratado de cultivar otros ámbitos, porque sé que llegará un momento en mi carrera que no podré hacer Ballet Clásico.

Amaury Pérez: Tú hablabas del salto que no podrás dar con más edad, ¿cuánto de arte y cuánto de acrobacia tiene el Ballet?

Carlos Acosta: El Ballet es un arte físico, eminentemente que reúne muchos requisitos, incluso muchas artes en una: el diseño, la música, etc. Somos atletas. Enseguida que se abre la cortina y apareces en el escenario, tú estás haciendo ejercicios. Tiene elementos acrobáticos, porque es una actividad física, pero hay repertorios y “repertorios”. Por ejemplo, hay ballets que son vehículos para el despliegue de la técnica y los saltos -como Diana y Acteon, como El Corsario,o como Don Quijote. Pero también hay otras obras clásicas, como el Apollo de Balanchine, que es más suave para el cuerpo, que no requiere esos saltos descomunales, pero el intérprete debe tener cierta madurez para entender el mensaje y llevarlo hacia el público. Manon, que tú viste, es un ballet que tiene una gran demanda física, pero no es Don Quijote. Manon son dos parejas que están enamoradas, hay una dramaturgia con muchos dúos, sin esos brincos del cazador de Don Quijote

(continúa en Akerudigital)