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Raysa White
De tanto que Dios la desprecia, la envidia fue considerada un pecado capital. Es totalmente insospechado el escozor que produce en el organismo de las personas este mezquino sentimiento. Por envidia se ha llegado hasta el crimen. Pero el crimen más grande lo cometemos con nosotros mismos cuando dejamos que este sentimiento se apodere de nuestro organismo. El poder destructor de la envidia es tan eficaz que tiene la capacidad de transformar la estructura de nuestras células y convertirlas en diminutos monstruos. De hecho se ha probado que algunos cánceres provienen de la tristeza o el maligno escozor por no saber revertir el efecto de las frustraciones. Es necesarios trabajar nuestro interior contra la envidia, no sólo para evitar que nos caiga encima el peso de nuestra propia maldad y bajo espíritu, sino por el tiempo y vida que perdemos en una torpe batalla. No olvides que con…
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