“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Salmo 21

Fragmento final de la Eucaristía del domingo 24 de marzo 2024 en la Parroquia del Cobre, desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, presidida por Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba. Oración Especial a la Santísima Virgen, Patrona de Cuba.

Oración Especial a la Santísima Virgen, Patrona de Cuba

Hermanos, vamos a hacer una oración ante la Virgen.

Madre de la Caridad, en tus brazos tú nos presentas al niño Jesús. Él sostiene los designios de todos los hombres porque todo fue creado en Él, por él y para Él.  

También tú sostienes la Cruz en tus manos, como diciéndonos que ese niño, a través de la Cruz, nos alcanzó la Gloria, la Vida, la Resurrección. Venció al pecado, a la muerte.

Siempre, Madre, nuestro pueblo ha venido, muchos de nuestro pueblo, han venido aquí, ante tu altar, en sus hogares, a presentarte sus alegrías, sus penas, a darte gracias. Tal vez, en algún momento, a decirle: Dios mío, Dios mío, parece que tú me has abandonado y tú siempre no dices: pero que se haga su voluntad.

Y, entonces, nosotros nos sentimos llenos de esa verdad que, haciendo la voluntad de Dios, es la única manera de conseguir el bien, pero venimos a pedirte, venimos a pedirte, nuestro pueblo, yo quiero pedirte, lo que los peregrinos vienen acá, que lo mismo que piden ante ti, es también lo que hablan en sus conversaciones, en sus hogares, entre los amigos. Es también lo que expresan de muchas maneras, porque los hombres estamos hechos para expresar nuestros sentimientos, nuestra manera de ver el mundo y para ser respetados por todos.

Entonces un lugar privilegiado para venir a presentar nuestros deseos, nuestras dudas, nuestro sufrimiento y nuestra alegría es este; lo sabemos todos, lo sabemos todos. Dios ha querido que sea así. Nadie se lo propuso. Este es el lugar.  Y bajo el título de Nuestra Señora de la Caridad que es del amor, nuestro pueblo quiere eso: caridad y amor.

Aquí vienen a expresarte, Madre, y como dije, lo expresan en las conversaciones, lo expresan en las calles. Que queremos vivir con mayor desahogo, queremos tratar de vivir una vida normal en la que cada cual pueda pues, hacer su plan, su proyecto de vida. En que la vida no sea una lucha y un trabajo perenne. En que podamos utilizar las horas de nuestro tiempo en la entrega, en el servicio; y muchas veces lo empleamos en la lucha cotidiana por conseguir lo imprescindible para vivir que muchas veces escasea.

Las noches se hacen largas sin energía, vamos a pedirle al Señor que, por lo menos, nos de energía interior; pero necesitamos tener un sosiego en la vida, un sosiego en la vida. Que nuestros niños duerman bien y nuestros ancianos también Y nosotros, que al otro día hay que trabajar. Por eso, hermano, nuestro pueblo, pues ha dicho y repite, y eso todos lo sabemos: corriente y comida. ¿Eso es inalcanzable? ¿Eso es pedir demasiado? No, no, no.

Nuestro pueblo también, eh, pide la libertad ¿Para qué? Pues para, como dijimos ahorita, cada cual pueda hacer de su vida su proyecto y llevar a su familia a que sus hijos alcancen lo máximo. Y todo eso la gente lo quiere hacer aquí, Madre, en Cuba. Pero la situación, muchas veces, hace muchas veces que muchos de nuestros hijos, pues, marchen a otros lugares,  porque no encuentran, precisamente, eso acá. Y otros que esperan, pero que tienen sus proyectos. Qué pena, qué pena, si esta es tu tierra la que Dios nos dio.

También el deseo de expresarse, de dar sus opiniones para resolver los problemas que nos atañen a todos. La gente lo pide de muchas maneras. Y hemos visto que se ha pedido, en la inmensa de los casos, sin violencia; al contrario, se ha expresado un sentir, es más, que en situaciones que parecían un poco tensas, el mismo pueblo ha empezado a decir: no más violencia, no más violencia.

Sí, hermanos, hay veces que vivimos la violencia callejera, y hay veces que vivimos esa lucha diaria de la vida, que ya es violencia. Y hay veces, que no podemos, pues, expresar las cosas.

Yo te digo esto porque eso lo sabemos todos, que esto es lo que nuestro pueblo pide y quiere, y qué mejor lugar de decirlo aquí, Madre, que tengamos la esperanza de ese pueblo que esperaba el Mesías. Sí sabemos, que sabremos, sabiendo que algún día vendrá la luz sobre nuestro pueblo, la luz de que nos demos cuenta que si no hacemos la voluntad de Dios, que es hacer el bien, fracasamos en la vida.

Que nos demos cuenta que muchas veces nos hemos apartado de Él. Y que hemos de considerar al otro que está al lado mío, que vive al lado mío, al frente mío, a mi hermano, si no lo juzgo por muchas cosas. Te pedimos que todos seamos uno y nos respetemos los cubanos uno a uno. Nadie es mejor que nadie. Que de la misma manera que estamos empezando la Semana Santa acompañando, precisamente, el sacrificio de Jesús-

En definitiva, también es nuestro sacrificio aquí, donde quiera en la vida, la lucha diaria, pero, hermano, también te pedimos, Padre, que algún día veamos la luz; la luz de estos problemas que son, no sé qué, lo elemental que se puede pedir, pero también, que todos encontremos la luz de la fe, que es la que nos lleva, precisamente, a dar razón de todo lo que existe, de lo que vivimos porque que sabemos que eso nos conduce a la vida eterna.

Pidamos por el bien del pueblo cubano y por la fe del pueblo cubano. Que tenga a tu Hijo como el único Señor. Que Dios nos ayude a vivir así.

Madre, vamos a rezar:

Dios te salve María, llena eres de Gracia el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

Nuestra Señora de la Caridad ruega por nosotros Nuestra Señora de la Caridad (Se repite tres veces)  bajo tu Amparo nos acogemos santa madre de Dios no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades ante bien líbranos de todos los peligros. Oh Virgen gloriosa y bendita.

Amén

Pueden ir en paz.

Demos gracias a Dios.