Hoy celebramos el anuncio de Elon Musk en relación a su generosa donación de 20 millones de dólares, para construir un «paraíso» de amor, que dará abrigo a los perros abandonados.

Raysa White

Sobre perros, niños y otras prioridades
Sobre perros, niños y otras prioridades

Desde lo más profundo de mis sentimientos lo celebré, porque los animales que no tienen un hogar ni una voz ni apenas una camiseta, deben ser amparados. Y porque, sinceramente creo que​ cualquier acto de amor hacia un ser que es amigo nuestro, que sufre y se alegra con nosotros, está más que justificado.

Sin embargo, alguien me señaló que Musk había tomado ese dinero de iniciativas humanitarias que él mismo había destinado para salvar vidas humanas en el Tercer Mundo. Y todo indica que no es así.

Lo que ocurre es que Elon Musk ha impulsado recortes a programas humanitarios destinados a salvar vidas humanas en el Tercer Mundo. Como lo ocurrido con los fondos de apoyo del USAID. Dentro de esos fondos han habido usos mal habidos. Y otros usos plenamente justificados. Eso ha creado una antipatía hacia Elon Musk. Y la verdad… es una contradicción, pero una contradicción que duele.

Pero también duele porque, a la vez, revela una calamidad moral que azota nuestros tiempos: desvivirse por una causa mientras descuidamos otras que son urgentes, como si la compasión no pudiera ser integral. Como si cuidar a los perros implicara olvidarse de los niños sin padres, de las mujeres que paren sin asistencia, de los pueblos que sobreviven a la mayor escasez.

Sin embargo, me niego a pensar en blanco y negro. Porque cuidar de unos no significaría ignorar a otros. No debemos caer en esa lógica absurda de echar a competir una causa con otra.

No estoy segura si Musk trabaja desde una convicción sincera, o buscando atraer simpatías o desde la vanidad personal. Pero algo me dice que 20 millones de dólares es para Elon Musk como un desayuno para nosotros. Él no tiene necesidad de desviar ese dinero de una causa para otra. Lo que si pienso es que la compasión, en lugar de entrar en competencia, debe multiplicarse.

Y aunque los poderosos del mundo hierran en el desequilibrio, y eso da lugar a la sospecha, tanto tú como yo podemos alzar nuestras voces y despertar las conciencias para hacer ver lo esencial: que cada vida importa. Que todo abandono es una herida.

Y que, toda ayuda, cuando es genuina debe recibirse con gratitud.