Últimamente me da miedo abrir mi muro. No debería ser así, la madurez es esperar el cada día con una sonrisa. Que venga lo que venga y que lo que no venga, no venga. Trato de hacer ese ejercicio, pero no estoy capacitada. Abrir el muro y ver que día a día, un trozo de mi piel se descascara. Que con quien bromeaste ayer ahora no existe. O que, con quien peleaste ayer ahora esta muerto, es una experiencia impresionante.
Raysa White

Hace unos años se nos fue José Luis Álvarez Rodríguez, poco después Gloria Maria Del Río y Julio Hernandez. Deberíamos abrir en nuestro Camagüey, un Mausoleo. Y que los restos de aquella hornada tan valiosa no se separen nunca y que dejemos en cada tarja, una breve memoria de nuestra amistad.
De veras, valdría la pena.
Escribí esto un 25 de agosto de 2019. Aún no han pasado cinco años. Y de aquellos con quienes nos juntamos, divertimos, nos peleamos y amamos arriban las memorias de un triste aniversario. A mi altarcito llegan los enormes «zapaticos» de Mandy Horta, la sonrisa sincera de mi amiga Zelmira Novo, la irónica mirada de Eusebio Trujillo, la alegría despampanante de Rafaelito Alemán, Rosalina Martínez (la maestraza de culta fantasía y lengua bien plantada), Georgina Vega (Yoya, la otra maestra, la mejor, la más completa) y ahora subió Sirelda Pavón, nuestra laureada y joven gimnasta, que nunca vio sus sueños de atleta prosperar.
Esos héroes del carenar diario, con su generosidad, su disponibilidad, su apego a la justicia, su impronta compasiva, su fuego de amor quemándonos la mala grieta del fogón donde Dios nos cocinó, esos héroes también merecen un reconocimiento, porque, de veras, les digo, esos son los verdaderos, los necesarios, los que dejan una mecha encendida en la memoria para que los que vienen sepan (sepamos), como es el juego de la convivencia, del tirarnos la soga cuando nos vemos al borde del pantano, de los que supieron amar contra todos los muros, contra todos los ciclones, contra la avalancha de lodo de cualquier volcán. ¡Buen viaje, Julito, Sirelda, Zelmira, Mandy, Rafaelito, mi Yoya, Rosalina. agárrense bien fuerte de esa paloma que en vida les acompañó, porque hacia donde van, queridos hermanos, muy pocos llegan!

Quisiera saber por qué no se pueden dejar comentarios.
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