
Un nuevo libro de Manuel García Verdecia, publicado por Ediciones Furtivas, North Bay Village, Florida, y que ya está en circulación. Se trata de una colección de cuentos donde su gran tema es la felicidad y el privilegio raro de escribir.
Luis Álvarez Álvarez

Manuel García Verdecia es un intelectual de densa trayectoria. Profesor (en Cuba, Chequia, Canadá, y México) en temas de lingüística y literatura; traductor, poeta, narrador, ensayista. Dieciocho libros suyos aparecieron en Cuba, Argentina, Canadá, España, Ecuador y Estados Unidos. Sus traducciones se caracterizan no solo por su fidelidad esencial a la expresividad literaria, en particular lírica. Pocas veces, hay que decirlo así, la poesía anglosajona alcanza en español la exactitud y precisión artística que en sus traducciones de Walt Whitman, Virginia Woolf (inolvidable trabajo en particular sobre la novela Al faro) y de Emily DIckinson (una de las más intensas traducciones al español), Saint John Perse y Alice Walker. Su más reciente libro es A veces suceden cosas (2023), a cargo de Ediciones Furtivas, LLC, 2023 1820-206 S. Treasure Dr. North Bay Village, FL 3314. Se trata de una colección de cuentos que merece especial atención.
El primer relato del libro, “Cuento sin nombre”, es una sugerente apertura: en él se combinan un entorno realista, mas lo envuelve una vivencia de intensa subjetividad. El protagonista, un artista frustrado, se enfrenta al misterio mismo de la realización del ser. Su título “Sin nombre” sugiere la búsqueda de lo inalcanzable: la belleza y el equilibrio total. Verdecia opta por un lenguaje destilado, pero con la sencillez más convincente.
En “La última travesía del peregrino”, cambian el tono y el lenguaje. La cotidianidad del primer relato desaparece. Es una transformación, gracias a la variedad de registros de Verdecia. El autor conversa íntimamente con su propio relato, que es una íntima indagación del acto de narrar, meditación para despertarse al mundo. Ya no se trata de la realidad contada, sino de la irradiación de ella en este relato de bellísima reflexión sobre el arte narrativo: “Escribir era ver, palpar, sentir mejor algo que nos pasa o presenciamos, algo que experimentamos sin conciencia exacta de su fugacidad».

El relato que da nombre a la colección, “A veces suceden cosas” se mantiene en esa entonación meditativa, pero instalado con fuerza en el aquí y ahora de una Cuba atormentada.
Del libro emana también la situación actual de Cuba, Pero su gran tema es la felicidad y el privilegio raro de escribir: “¿Qué era la felicidad sino recoger esos pequeños guijarros? Recogerlos y atesorarlos para tener un asunto con que afrontar la soledad, el desamparo y la muerte”. La vida, en efecto, como dice Verdecia, es una sombra andante, y la vida en este libro hermoso, aparece en su oscura densidad:
El tiempo flota como esa agua estancada. Únicamente él produce la sensación de movimiento al entrar y salir de esa charca, para cumplir su ritual. El tiempo, no, sigue empozado. De modo que él se esfuerza en salir una vez más para imponerle sus actos. Rellenarlo de ellos como a un muñeco destripado. Se levanta y se hunde febrilmente en libros. Lee, anota, pasa en limpio.
A veces suceden cosas, pues, es un libro de introspección indudable a la vez que una propuesta de diálogos cambiantes: en sus páginas el drama de la creación por la palabra adquiere, una vez más, una inmensa estatura.
