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La líder opositora venezolana María Corina Machado recibe el Premio Nobel de la Paz 2025.

Raysa White Más

Hay premios que no distinguen a un individuo, sino a una humanidad que todavía resiste. Este Nobel de la Paz 2025 no se entrega a una figura, sino a un símbolo: el de la valentía que desafía la resignación, la constancia que sobrevive al cansancio y la fe que trasciende lo imposible.

En un mundo donde la violencia parece multiplicarse y las verdades se diluyen en el ruido, este galardón se convierte en un recordatorio moral. Nos habla de quienes creen en la luz incluso cuando no hay amanecer, de quienes deciden tender la mano en lugar de cerrar el puño. De los que, ante la hostilidad, eligen seguir construyendo.

La valentía no siempre grita: a veces reza. La constancia no siempre avanza: a veces espera. La fe no siempre vence: a veces solo sostiene. Pero en esa quietud, en esa fidelidad a lo invisible, se forja la verdadera paz.

Recibir o contemplar este Nobel es mirar hacia dentro, donde el campo de batalla más arduo no es el político ni el militar, sino el del alma humana. Allí donde se libra la guerra entre el amor y el miedo, entre la esperanza y el abandono.

El Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado no celebra la ausencia de conflictos, sino la presencia de una fuerza superior: la fe que no se rinde, la que da sentido a la existencia y que, silenciosamente, sostiene al mundo. Porque solo quien cree, aunque tiemble, mantiene viva la posibilidad de un mañana.


Raysa White, escritora y periodista.