Gracias

El Primero en llegar al Parque Independencia fue Dagoberto. Venía con sus legiones de vírgenes y de ángeles. Estoy aquí para darles nuestra fuerza, dijo, y nos dimos un emocionado abrazo. Luego fueron llegando Christian Grando, Polibio, Tony Vicioso, Barbarita Bosch, Oscar Hungría, Doi Gautier, Douglas Hasbún, Tomás Castro, poetas y escritores que se habían atrevido a levantarse temprano en un sábado que además era Día de Nuestra Señora de las Mercedes.
¡Nadie va a asistir! ¡Los estudiantes no irán porque es día de fiesta!, le dijeron a Zapata. Y llegaron cincuenta. Geo, con su tambor; Milton, desde Sainaguá, con su tambora y grupo de cantantes de misterio, todas de blanco. Llegó un Chamán del Ecuador y llegaron Miledy y Noris con amigos de todas las filiaciones políticas (el getho cultural está superchivo porque todo el mundo está afiliado y aunque aclaramos que solo aspirábamos al cariño de la gente y a la difusión y promoción de la poesía, muchos no fueron).
Entre los que faltaron está Mateo Morrison, quien se excusó porque tenía que ir a Barahona, también Feliz León Batista y Jóvine Bermúdez, anunciados en las redes mundiales como participantes; también Alexei , Elsa y los más jóvenes poetas, a quienes, es imposible despertar a esa hora, excepto claro está, Glen Parks y su Black Jack.
Fue una felicidad coincidir en la marcha con las mujeres discapacitadas, también de blanco, y otra encontrar a un grupo esperándonos en la Academia, entre los cuales estaban esa bella musa de los 80 que es la poeta Martha Rivera; el doctor Eduardo Gautreau Dewind, quien coordina la tertulia poética en Thesaurus, Victor Hugo, la artesana Dolly, el gran sonetista Saba acompañado de dos poetas: una de la Diáspora: Azucena del Valle y otra del grupo de los Metapoetas: Naranjita Verde.
Porque no podían faltar, Yanela Hernandez declamó Una Mujer está sola, de Aída Cartagena Portalatín y la actriz Santa Morel, el poema Hay un País en el Mundo, la mitad en catalán. No pudimos almorzar en el parquecito de los Pellerano, porque comenzó un aguacero, a pesar de que el Gordo Oviedo trajo sus conjuros para unirse a nosotros.
La tarde llegó con el poeta haitiano Samuel Gregoire, y con una delegación de Villa Mella, que se unió a las cantantes y recitadoras de Sainaguá. Sergio Lagiacoco, cantautor argentino, su Caminito, y Tomás Castro leyó su poema a los Indignados. A él debemos las canciones de Féliz Ramírez, cantautor de San Pedro de Macoris, y la participación del poeta Marques.
No puedo concluir sin decir gracias a Juan Bolívar, Ana Mitila, Lilliam Oviedo, la Academia de Ciencias, Colombo, Alexei y Elsa, a tantos que se comprometieron a que el próximo 24 de septiembre seamos millones de poetas por el cambio.
(Una colaboración del Dr. Eduardo Gautreau de Windt que recibí en mi correo)