La situación política en España ha entrado de modo dramático en una crisis. En el año 2024, hubo una verdadera catástrofe en Valencia debido a un fenómeno atmosférico llamado la DANA. Desde entonces, las críticas a la prolongada presidencia de Pedro Sánchez Pérez-Castejón no han dejado de crecer.
Luis Álvarez Álvarez

Él ha gobernado el país desde su Partido Socialista Obrero Español.
Presidente en el 2022 de la Internacional Socialista, Sánchez es una figura representariva de la izquierda europea. Sin embargo, ha venido siendo objeto de críticas desde hace semanas. Estas críticas provienen no sólo de la derecha, ni tampoco de las instancias políticas de su propio país. Otras voces de la Unión Europea, como Georgia Meloni, mandataria italiana, han cuestionado al gobierno español actual en general y a Sánchez en específico con fuerza oratoria. También importantes figuras de Portugal o Argentina lo han hecho. Incluso en el Parlamento Europeo ha tenido que enfrentar comentarios negativos, andanadas y abucheos desde hace bastante tiempo ya.
La mayor intensidad de los cuestionamientos han sido dirigidos desde la propia España, por opositores como Cayetana Álvarez de Toledo o Santiago Abascal, entre otros. Se ha comentado ya incluso sobre la posibilidad de que Alberto Nüñez Feijóo, del Partido Popular, podría en un futuro no lejano asumir la presidencia del gobierno español.

No presumiré de analista político. Ni siquiera me considero medianamente enterado sobre los recovecos de la política de la Península. Menos aún en las circunstancias legales, que no sabría yo si considerarlas legítimas, de ese gobierno de Sánchez. Este ya va por varios mandatos en el poder. Me interesa, sin embargo, meditar un poco sobre el hecho de que, una vez más, estamos en presencia de un gobierno de izquierda, con clara insistencia propia sobre sus intenciones socialistas, acerca del cual se manifiestan una desconfianza general y, sobre todo, una decepción en cuanto a su integridad, pero también sobre su eficacia gubernativa.
¿Hasta qué punto puede un partido político aferrarse al poder? Si de verdad ha asumido una postura democrática, esta debería ser respetuosa del sentir popular en general. También debería ser respetuosa, en alguna medida necesaria, de los partidos opositores. En mi opinión, son más importantes que los factores objetivos de las críticas a Sánchez. Debemos observar la crisis de credibilidad de un gobierno. Insisto, este gobierno tiene ya tres períodos de mandato. En el momento en que un partido político, cualquier que este sea, parece aferrarse, más allá de sus logros y, sobre todo, por encima de sus comentados fracasos, a mantenerse al mando, confieso que empiezo a desconfiar.
Diversos medios informativos han cubierto una sucesión de incidentes. Se trata de alegadas corrupciones en distintas esferas de un país tan importante para el mundo como España. Esto es especialmente relevante para el mal llamado Nuevo Mundo. No voy a repetir noticias, casos ni datos ampliamente aireados, en las redes con razón o sin ella, por diversos medios. Me inquieta, sin embargo, que más allá de una certeza total sobre cada una de las imputaciones al gobierno de Sánchez, el clima de desconfianza, la sospecha de posturas dictatoriales y la inseguridad que parece atraversar la sociedad española estén difundiéndose.
He visto ya mucho en una América Latina. Allí, el totalitarismo ocurre. También ocurre la eternización de mandatarios supuestamente apoyados «por todo su pueblo». España no es cualquier país. Es una nación que duramente logró sobreponerse a la tremenda realidad de la dictadura franquista. También sobrevivió, en su día, a la muy posible y amenazadora dictadura estalinista. ¿Habrá olvidado ese doloroso cuanto sangriento pasado?
En esta hora compleja para el mundo -cuando, surge un alud de cuestionamientos a Sánchez, debido a su propio y, tal vez, no muy digno aferramiento al poder. Que es evidente-, sólo puedo recordar aquella expresión de uno de los grandes poetas de la lengua: «Cuídate, España, de tu propia España».


Interesante artículo que recoge muy bien como Pedro Sánchez en su gobierno de España, abusa de la democracia, con intenciones de perpetuarse en el poder
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