Samir Delgado.- Caracas tiene su libro para una historia de la emigración en la era del petróleo: “Venezuela imán” (1954) de José Antonio Rial. Sin duda alguna esta novela casi desapercibida entre las publicaciones continentales del siglo pasado, reúne todas las características para convertirse en la referencia fundamental de los orígenes cosmopolitas de la megaciudad de Caracas y piedra de toque para entender la compleja Venezuela actual. Incluso, yo me arriesgo a decir que, tras su lectura reciente, esta novela del prolífico escritor canario-venezolano podría ser un best seller entre los millones de lectores de habla hispana que sientan apego por ese feelling literario apegado al documento total de una época.
José Antonio Rial fue periodista y dramaturgo de larga trayectoria, nacido en tierras andaluzas (Cádiz, 1911) pero de plena raigambre canaria por su estadía vital en las islas y futura emigración a las tierras de Bolívar como exponente singular de la condición de emigrante isleño y exiliado republicano. Las obras completas de Rial se han ido publicando con calidad editorial en los últimos años, destacando por encima de todas sus aportaciones ya clásicas al testimonio político en el libro “La prisión de Fyffes” (1978) y su participación en la aparición del legado poético “Las musas cautivas” con cartas y poemas escritos en las prisiones franquistas del archipiélago.
Durante su periplo americano José Antonio Rial desarrolló una voluminosa obra narrativa y destacó por encima de todo por su quehacer periodístico dilatado en la prensa y televisión venezolana de los últimos tiempos. Su amor por el teatro, la añoranza de las islas representada en libros más recientes como la novela “Las nereidas del faro” (2004) y la configuración de un estilo personal distintivo entre el mosaico de autores de su generación otorgan a su figura literaria un aura emblemático. Su obra maestra, “Venezuela imán”, todavía necesita ser redescubierta por el gran público, de la ribera caribeño atlántica y más allá, pues su edición de hace 40 años exactos en Plaza & Janés (1973) se ha convertido en una joya literaria imposible de encontrar.
José Antonio Rial, fallecido en 2009, nos cuenta el amor por una mujer, el hallazgo de un poema, las desventuras del emigrante en la nueva ciudad de Caracas y el poder magnético de la América profunda sobre la vida humana. El profundo calado antropológico de su “Venezuela imán” queda patente en el transcurso de las veladas filosóficas del hotel Cubagua, lugar de estadía para los personajes del libro que dan su punto de vista existencial acerca de sus destinos. El Negro Angelito, el filósofo Vallejo, el nazi suicida Waldemar Müller, el inventor Cagliostro y la atribulada magia de Silveria giran en un fantástico carrusel de rostros ante la mirada atónita del protagonista, el periodista Torres que sufrió en sus propias carnes la experiencia de los campos de concentración y es testigo ocular de la enigmática ebullición cosmogónica de Caracas, la ciudad turbulenta con su fusión de orígenes.
A todas luces, la novela de José Antonio Rial incluye un crisol de sabores emanados del trópico: la ceiba, el musiú, la cachaza, los ranchitos, la arepa y el joropo. Su gusto profesional por el ejercicio del periodismo transluce una prosa de elegancia y exactitud, una suerte de teletipo magistral sobre la letanía trágica de la guerra mundial en la memoria de las gentes europeas que huyeron de la barbarie y la vida cotidiana del criollo venezolano en el despegue de la era del petróleo, un tiempo histórico definitorio para la constitución del imaginario arquitectónico de la futura Venezuela bolivariana.
Tomado de Literariedad, revista cultural colombiana.
