Era imposible que Joaquín «El Chapo» Guzmán no se fijara en Kate del Castillo. El narco más poderoso del mundo probablemente se enganchó en la pequeña pantalla, como cualquier otro mexicano, a «La Reina del Sur», la telenovela que adaptó el libro con el mismo nombre de Arturo Pérez Reverte. La produjo el canal estadounidense en español Telemundo y triunfó en México, EE.UU. y España. Del Castillo la protagonizaba interpretando el papel de Teresa Mendoza, una joven que, tras el asesinato de su novio, se transforma en la jefa de una red de narcotráfico en el estrecho de Gibraltar. Guzmán vería embobado la belleza y las aventuras de Mendoza, a la que Pérez Reverte hizo nacer en Culiacán, en el estado de Sinaloa, donde el narco es rey y señor.
La admiración por la actriz probablemente se disparó en enero de 2012, cuando Del Castillo publicó un texto extenso en una red social en el que disparaba contra la clase política, la Iglesia y los medios. «Hoy creo más en el que en los gobiernos que me esconden verdadesaunque sean dolorosas», decía en un momento. Y después exhortaba al narco: «Señor Chapo, ¿no estaría padre que empezara a traficar con el bien?».
Las declaraciones incendiaron México y la actriz tuvo que aclarar que no conocía al narco y que Guzmán tampoco le contestó el mensaje. Pero sí le envío un emisario. Un abogado de El Chapo contactó con Del Castillo. El narco quería llenarle la casa de flores.
La relación entre la actriz y el narco no acabó ahí. Con El Chapo en la cárcel de máxima seguridad El Altiplano, ambos intercambiaron misivas sobre una posible producción de una película sobre su vida. A Guzmán le llovían las ofertas desde Hollywood y había incluso temores a que se contara su historia sin que él formara parte del proyecto. Él quería que Del Castillo fuera la encargada de hacerlo. En medio de las conversaciones se produjo la fuga de la cárcel –suficiente en sí misma para un éxito en Hollywood–, y El Chapo volvió a campar a sus anchas por las selvas de Sinaloa, desde donde siguieron los contactos con la actriz.
A través de una tercera persona, Sean Penn supo del acceso que Del Castillo tenía con El Chapo y fue entonces cuando propuso hacer una entrevista periodística. Ambos actores se conocieron en Los Ángeles y Del Castillo accedió hacer de intermediaria entre el narco y la estrella de Hollywood.
Un afecto especial
En el relato de Sean Penn publicado la pasada madrugada en «Rolling Stone», queda claro el afecto especial que El Chapo siente por la estrella mexicana. Cuando se produce el encuentro de los actores con el narco, El Chapo saluda a Del Castillo «como a una hija que regresa de la universidad». Durante la cena, aparece una botella de tequila. «Normalmente no bebo», dice el criminal, «pero quiero beber contigo». Cuando Del Castillo se siente cansada después de las horas de avionetas y de camiones por caminos rurales, El Chapo le acompaña a su cuarto, lo que preocupa a Penn. Pero el narco vuelve casi de inmediato y, de repente, El Chapo y sus hombres se cubren de armas de alto calibre, granadas y chalecos antibala. Los tenían ocultos para no incomodar a la actriz.
Tanto Del Castillo como Penn están siendo investigados por las autoridades mexicanas por su visita y contactos con el narco. Para la actriz, los problemas con la justicia habrán valido la pena. Conseguir el «biopic» de El Chapo solo confirmará su estrellato en México –reforzado con una serie para Netflix este año, en la que interpreta a la primera dama del país– y su ascendente carrera en EE.UU.
(Tomado de ABC noticias)
